Preguntas sobre el futuro de la especie. El bebé perfecto y el lugar del sujeto.

 In Artículos periodísticos

Las posibilidades que la ciencia y la tecnología nos brindan en materia de fecundación asistida son una constante caja de Pandora que nos deja alelados y, como en una película de ciencia ficción, pensando en «entonces… ¿cómo sería si…?«.

En el diario Clarín de hoy se nos informa del nacimiento de Connor, el primer «bebé perfecto» -al menos genéticamente- cuyos padres, tras varios intentos vanos de fertilización decidieron, por sugerencia médica, analizar la secuencia de ADN de trece embriones para optar por aquel que tuviera más posibilidades genéticas de llegar a término. Por supuesto que, abiertas ciertas puertas, la tentación de lo perfecto entra por todas las ventanas.

Entonces, la actualidad nos plantea más interrogantes que cómodas respuestas. ¿De qué «perfección» estamos hablando, al poder elegir los genes de nuestros hijos? ¿qué lugar hará en el futuro la especie humana a lo contingente? ¿qué artilugios se verán obligados a poner en marcha  quienes nacieron como bebés perfectos para hacer lugar al sujeto del inconsciente, del lenguaje, a quien el ser constantemente escapa? ¿cómo hacer lugar al defecto, a lo que falla, a lo que no anda, si se porta el ideal de perfección marcado en cada gen?

Pero por otro lado, no se trata de evaluar una posición correcta o incorrecta, sino de un planteo ético que nos deja en el borde del abismo existencial. ¿Quién podría decir que, de poder elegir evitar el cáncer -por ejemplo-  en la vida de nuestros hijos, no lo haría? ¿Y por qué detenerse allí, si estamos tan cerca del bebé a medida? Entonces, ya no es un planteo subjetivo de una pareja norteamericana, sino que entra en lo colectivo de la especie: ¿qué lugar quedará para lo que falla en el futuro de la raza humana?

 

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